Jamás olvidaré el proceso por el que estaba pasando en ese momento. Tenía 25 años, pesaba 140 libras y no podía estar más insegura y más triste a pesar de estar de vacaciones con amigas.
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Mi luz se apagaba, mi brillo se desvanecía, era doloroso mas no podía detenerlo. Era como caminar sobre arena movediza, mientras más intentaba moverme más hondo caía.
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Me miraba al espejo y siempre encontraba algo mal en mí, la piel, el cabello, las estrías, el peso, el busto, eran tantas cosas. Vivía en una batalla constante con mi cuerpo.
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Pensaba que jamás saldría de ese lugar en el que me encontraba, mi entorno no ayudaba pues siempre había quien tenía algo que decir al respecto. El futuro era incierto, había estudiando varias cosas y aún no decidía lo que finalmente iba a hacer.
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Un día lo decidí, trabajar en mí, doblar rodillas frente a Dios y trabajar por esa mujer, por la que yo sabía que estaba destinada a ser. El camino no ha sido fácil, ha sido uno de mucho dolor y a la vez mucha satisfacción. Hoy reconozco que todo lo que sucede en nuestra vida tiene un propósito de transformación y de cambio. Que Dios nos da la oportunidad de vivir plenamente, sólo debemos hacer nuestra parte.
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Cuando te digo que te entiendo, que sé lo que es, que sé lo que se siente, créeme... Que cuando te digo que es posible, que mereces ser feliz, que olvides los complejos, que vivas para ti, que elimines de tu vida todo lo tóxico, que todo va a estar bien, créeme...
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En ese momento no pasaba por mi mente estar escribiendo estas palabras para ti. Jamás imaginé tener el privilegio de conectar con tantas mujeres extraordinarias, eso es una bendición. Hace 15 años no me sentía capaz ni digna de mostrar todo lo que tengo para dar. 15 años más tarde no cambiaría ni un solo instante de lo vivido, todo eso me trajo hasta aquí y me acercó más a ti.
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El mundo está listo para verte... ¡BRILLA!
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Francisca